martes, 9 de diciembre de 2008

¿y no sería mejor lapidarla un poquito?

No sé si sabéis todos lo que ha pasado en un pequeñísimo pueblo del sur de España llamado Pozo Alcón, de 5.200 habitantes. Una señora le preguntó a su hijo de 10 años si había hecho los deberes, el niño dijo, mintiendo, que sí, y cuando su madre se enteró le riñó. El niño reaccionó lanzándole una zapatilla a su madre y huyendo hasta encerrarse en un cuarto de baño. La madre consiguió abrir la puerta del baño, entró, pilló al niño por el cuello y le aplicó un bofetón que lanzó su cara contra el lavabo. El niño se golpeó la nariz y sangró, y además le quedó un moratón en el cuello.
Al día siguiente, el profesor del niño vio el estado de su discípulo, denunció lo ocurrido y como consecuencia de ello ahora -dos años después de lo ocurrido- han condenado a la madre a 45 días de prisión y a un año y 45 días de alejamiento de su hijo (500 m. de distancia al menos).
Muchos vecinos, y entre ellos un guardia civil, coinciden en que el chico es de carácter difícil, y así lo refleja la magnánima jueza. Por otro lado, parece que la opinión generalizada de este país de neandertales es que la condena fue excesiva. ¿Excesiva? ¿Excesiva una condena a una persona que ha cercenado con su actitud violenta los inicios de una joven promesa de la libertad? ¿Qué hubiera sido del mundo si esta señora hubiese sido la madre de Marx, de William Wallace, de Chuck Norris? No, señores. Propongo que esta señora sea enterrada hasta la cintura y que todos los habitantes del pueblo, uno por uno, le vayan lanzando una piedra; los adultos, una piedra de 50 gr. aproximadamente desde 20 metros, y los niños la mitad y desde 10 metros.
Y como castigo nada de alejarla. Todo lo contrario: obligarla a estar a menos de 10 metros del niño durante ese año y 45 días. Y que se le proporcionen al niño ya no zapatillas, sino botas de buzo. Eso sí que es un castigo jodido de verdad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que todos los posibles castigos apuntados me parecen válidos. Sin embargo... ¿qué tal una condena a convivir durante el año de alejamiento en casa del adorable juez? Seguro que con esa ejemplar sentencia es un tipo adorable, comedido, mesurado y siempre tranquilo.
Por cierto, acabo de enterme que el fiscal debe ser de la panda, porque recurre la sentencia solicitando más pena. ¡Señor!