domingo, 22 de noviembre de 2009

tanto va el cántaro a la fuente…

Hay una expresión común que indica que cuantas más veces repites una acción, más probabilidades hay de que se produzca una reacción concreta. Ha llegado a nuestros días con la forma "tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe". Sin embargo esta forma es totalmente distinta a la original, que procede de un hecho histórico ocurrido durante la persecución contra los herejes albigenses, o cátaros, en el siglo XIII.

Existe una Chanson du Crusade, que trata del comienzo de la cruzada contra los albigenses (1208-1218), en la que se describe la matanza de Beziers, que inició la campaña militar con notable crueldad, con la intención de asustar a las siguientes plazas y que se rindieran sin ofrecer resistencia. Se dice aquí que las gentes de la parte alta de la ciudad no tenían más agua que la que podían obtener bajando hasta el río Orb, por lo que las fuerzas al mando de Simón de Montfort sólo tuvieron que aguardar en el remanso del río al que acudían las gentes a hacer acopio de agua e irlos matando sistemáticamente. La masacre alcanzó a toda la población de Beziers, por la famosa frase de la burra parda de Arnaldo Amalrico, legado papal: "¡Matadlos a todos; Dios reconocerá a los suyos!"

La parte alta de Beziers hubiera resistido bastante tiempo al asedio de las tropas del papa, pero no lo lograron debido a la necesidad de abastecerse de agua. Se cree que el propio Simón de Montfort dijo algo así como "tanto viene el cátaro a la fuente que al fin acabaremos con todos". Y de ahí se pasó a la moderna forma del cántaro, debido sin duda al velo de silencio tendido sobre los cátaros por la Iglesia, que es quien dictaba la historia oficial.

ser feo


Quiero ser feo

Quiero daros asco
quiero daros miedo

Quiero que tembléis y vomitéis

Veros huir en desbandada

Me levantaré

Voy a por vosotros

Ojalá que no me duelan
los cortes en la cara
con la hoja de afeitar



miércoles, 11 de noviembre de 2009

Stephen Atkins

Probablemente, Mr. Atkins se levanta por las mañanas con una horrible
sequedad en la boca. Luego comienza a rememorar quién es, cuál es su
cometido y qué le espera en el día que comienza. Desayunando con el
Times comenzará a plantearse si su hija habrá terminado ya de reformar
su casa, si al perro le toca vacuna, si podrá prescindir del coche grande
la semana próxima, y esto le conducirá a la organización de su trabajo.
Su trabajo.
Lo más probable es que Mr. Atkins piense en su trabajo como esa labor
que nadie quiere pero que explica las sociedades humanas y los
sistemas políticos en toda la superficie terrestre. Su trabajo es el de
muñidor de acuerdos, punto de fricción, grasa de los engranajes y -en
cierto modo- pegamento que mantiene las personas unidas y en
armonía. Stephen Atkins es abogado, y allí donde hay un conflicto, hay
un abogado (y viceversa, susurra en mi oreja el pequeño demonio
encarnado). Además, Stephen está especializado en negociaciones. Él
pone de acuerdo a las personas. Es el jardinero que siembra el
consenso, para que florezca en blanquísimos contratos por triplicado.
Mr. Atkins representa a ciertos marineros somalíes que -debido a la
escasez de pesca- se dedican a apresar algunos de los barcos que pasan
cerca de sus costas. Es el abogado que, con su benéfica intervención
desde su bufete de Londres, contribuye a que esos marineros rehenes de
los negritos puedan llegar -este año también- a sus casas por navidad.
El demonio rojo vuelve a hablarme al oído: "más le valía a la
humanidad que todos los Stephen Atkins del mundo se ahorcasen con su
propia corbata".

martes, 10 de noviembre de 2009

Street View en casi toda España


Eso, que hay ya street view en un montón de ciudades de España, y también en muchas carreteras. Yo ya fui a mirar mi calle, y estaba mi coche aparcado cerca de la puerta.
Estoy emocionado.
Estoy gilipollas.

Alakrana


Hace algo más de un mes, un barco de pesca de atunes abanderado en Seychelles fue apresado por piratas somalíes. Este barco es propiedad de españoles, y española es -en su mayor parte- su tripulación también. Se da la circunstancia de que dos piratas de la banda fueron apresados a su vez por un barco de guerra español, y estos sujetos se encuentran detenidos en España, inmersos en un proceso judicial.
Este caso está siendo seguido con sumo interés por la población española, toda vez que nos encontramos con un grupo de secuestradores duchos en el manejo de la información y el marketing criminal, con las sabia colaboración de abogados londinenses, y sus cautivos son personas normales, trabajadoras.
Este asunto puede ser interpretado como una partida de ajedrez en la que el poder real está en las autoridades españolas pero que un factor decisivo de tipo afectivo confiere a los peones en manos de los somalíes valor de reyes (me refiero a la pieza del juego de ajedrez), a cada uno de ellos.
El asunto podía ser solventado por la vía militar en cuestión de horas, pero la integridad física de los marineros es inviolable. Los piratas sólo han de mantenerlos con vida y sin secuelas físicas permanentes, pero pueden -y para sus objetivos, deben- someterlos a la mayor presión psicológica posible. Les permiten hablar con sus familias y con la prensa, llorando abiertamente ante las bocachas de sus armas, para excitar los sentimientos de la población, y que esta -en el país objeto de extorsión- aumente el monto que están dispuestos a afrontar.
El hecho de que haya dos detenidos ha aumentado el rescate. En lugar de ser un factor de negociación a nuestro favor, ha sido retorcido de manera favorable a los piratas. La burocracia y el estado de derecho hacen que estos dos hijos de puta (negros, pobres, pero hijos de puta) no sean canjeables. Nosotros vamos a juzgarlos por sus actos y con arreglo a nuestras leyes, pase lo que pase, mientras que ellos sólo están sujetos a lo que en cada momento genere un mayor rescate. Ellos tienen a su favor que son unos salvajes, y nosotros nos ceñimos a leyes igualitarias y garantistas.
Volviendo a la metáfora del ajedrez, esta es una partida en la que varios peones están rodeados por dos torres. Eso no les permite huir. Nosotros tenemos todas las fichas pero, si comemos una de sus torres, la otra se comerá algún peón. Y cada uno de nuestros peones duele como un rey. Produce una reacción en el país de tan elevada emotividad que hace imposible el sacrificio de una sola de estas -por definición- sacrificables piezas.
Yo haría todo lo posible por liberar a los marineros del barco. Pagaría lo posible. Liberaría a los pobres dos negritos, hambrientos, en su derecho de buscar el sustento de su familia. Y después, me arrojaría sobre el poblado de origen de estos animales con todo el poderío militar que pudiese, y la haría desaparecer de Google Earth. Así dejaría de haber secuestros.
Después de esto, multaría al armador del Alakrana con todo lo legalmente posible (incluyendo el monto del rescate y de los gastos de la operación diplomática y militar), para que no se le volviera a ocurrir enviar a sus barcos (ni a él ni a ningún colega de profesión) a ninguna zona ilegal y peligrosa.
Y por último, comenzaría a plantearme si la pesca extractiva no equivale -como fuente de alimentos- a la caza de la edad de piedra, y si no sería cuestión de empezar a orientar la alimentación de los humanos a unas fuentes basadas en aquello que en los mamíferos se llama ganadería, y en los peces acuicultura. Y dejarles a los somalíes su riqueza, para que no se mueran de hambre ni intenten extorsionarnos torturando a personas tan inocentes como ellos.


Actualización: la población de Haradere, en la que se supone que está fondeado el Alakrana, ya no está en Google Maps; quizá haya sido ya bombardeada, si no por nuestros aviones, quizá por la miseria, el hambre y la enfermedad.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Viaje a Buenos Aires (2)

Al llegar a Ezeiza estaban allí Eduardo y Mirta, Sebas y Arturo. Eduardo y
Mirta llevaban allí muchísimo tiempo, porque se sumaba su irracional
manía por la puntualidad al inevitable retraso de todo vuelo (excepto el
que me trajo de vuelta a coruña, que llegó con 30' de antelación, cosa
que sin duda entraña una señal esjatológica de significado incierto).
Nos repartimos en los coches de tal manera que yo terminé en el de
Sebas con Carlos y Charlie. Sebas tenía que entregar un oficio en un
hospital, y aprovechó el trayecto para realizarnos una inmersión en BBAA
sin anestesia ni haber dormido. Vimos la villa 1-11-14 (las villas tienen un número, pero esta es una suma de tres villas que fueron
expandiéndose hasta unirse en una muy grande), vimos Soldati, y paramos en un hospital público. También vimos la Plaza de Mayo, Casa Rosada, Bosques de Palermo, Hipódromo, Puerto Madero y alrededores, pero esto es la parte monumental que todos conocen de la ciudad. El hospital tenía un jardín delante que había sido bonito y arreglado algún día, pero los bordillos estaban rotos o levantados por la acción de las raíces de los árboles. Había un trapito (gorrilla) en la acera destrozada y la calzada era un paisaje lunar. La gente que entraba y salía del hospital eran indigentes o casi, alguno con aspecto peligroso. Sebas parecía tranquilo, pero sabiendo lo insensato que puede llegar a ser la verdad es que no estaba yo nada tranquilo.
Tres descripciones:
•Trapito: uno de esos desarrapados que te indican dónde aparcar. Extraños profesionales omnipresentes cuya labor nadie entiende, excepto como una forma velada de extorsión o amenaza a la propiedad privada. Eso sí, siempre con una sonrisa.
•Soldati: soldati no era la típica villa miseria. Las villas miseria son acumulaciones de casas que un día fueron chabolas de una sola planta, pero que con el tiempo se han ido convirtiendo en poblaciones o barrios de casas elaboradas con material de construcción tradicional -ladrillos y
cemento- conseguido por sabe dios qué medios. Soldati era otra cosa. Era un grupo no muy grande de casas de varias plantas cuyo diseño obedecía a una corriente urbanística de tendencia futurista. Las formas de los edificios configuraban un conjunto digno de un híbrido de Mad
Max y Blade Runner. Las ventanas de esos pretenciosos edificios estaban clausuradas por tablas y/o rejas metálicas. No parecía que hubiese ser humano alguno allí viviendo. Sólo ratas, intentando sobrevivir a costa de otras ratas, comiéndose entre ellas. Lo único que pensé es que como se nos reventase una rueda, o descompusiese el motor del auto, ya podíamos darnos por muertos.
•Sebas: una fuerza de la naturaleza gigante, judío y peronista a su pesar. Un hombre todo temperamento, que pretende ser racional pero que no deja de ser otro esclavo del sistema simpático. No sé cómo será de enemigo, pero como amigo es el mejor que puedes tener. Le falta
una oreja porque en una pelea alguien se la arrancó de un mordisco. Vicioso discutidor, su "combo imprescindible" es el compuesto por peronismo y River Plate. Esencia argentina, humeante abierta y caliente como la panza de una vaca. Y al carajo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

los aviones de ahora son como ataúdes

Los aviones de ahora son putos ataúdes. El respaldo del de delante es la tapa. Han reducido tanto el espacio entre asientos que es angustioso volar. Llegará un día en que los viejos grabados con la estiba de negros en los barcos de esclavos no sean algo extraño y anacrónico.

El día 22 de octubre salimos de Coruña hacia Madrid en un avioncete de Iberia, un Airbus-320 (IZR), bautizado con el nombre de Urkiola. Todos coincidimos en que el nombre es desafortunado para un avión con escala en Coruña. Como digo, los cicateros de la compañía han comprimido tanto el espacio que mis rodillas iban apretujadas contra el respaldo de delante, y la sensación de claustrofobia era difícilmente controlable sin la capacidad de abstracción de un yogui del Katmandú.

Luego pillamos un interminable transoceánico de Air Comet, muy moderno, con pantallita para ver pelis, jugar y escuchar música. Dormí un par de pelis y no me desesperé demasiado las 12 o 13 horas de viaje; en cualquier caso, temía un viaje más pesado. Por fortuna, en estos vuelos todavía caben las piernas en el espacio entre asientos, aunque justitas.