viernes, 3 de octubre de 2008

facebook

Estoy en facebook. Hace tiempo que estoy. Creo que ya es suficiente tiempo como para darme cuenta de que para mí no es muy útil. Veo en otros blogs de por ahí que la utilidad principal de esto (la confesable) es encontrar -reencontrar- a personas a las que habías perdido la pista. Como mi vida está partida por la mitad, la gente con la que podría tener relación es la de la primera parte, pero esa gente 1)es poca, 2)en gran parte está muerta o lo estará en breve plazo, 3)en el ámbito en el que los conocí los nombres eran con frecuencia motes o alias -nadie sabía los apellidos de nadie-, por lo que se hace difícil su búsqueda y 4)supongo que tienen cosas más importantes que hacer que andar dando toques y haciendo búsquedas en facebook. De la segunda parte de mi vida, son muy pocos y con la mayoría tengo relación directa -analógica-, así que no sé para qué coño voy a tenerlos en facebook (que por otro lado casi nadie tiene, y por el mismo motivo que estoy diciendo) si los veo cada semana en vivo. Además, está el email, y este mismo blog. No sé.
En realidad, esta utilidad de reencuentro existe, aunque en mi caso haya resultado muy limitada. Sin embargo, observo que alguna gente tiene instaladas aplicaciones perfectamente inútiles y aún molestas en su página. Tardan en cargarse, resultan de poco o nulo provecho y en muchos casos son invasivas. Desconfío de las páginas recargadas o que se mueven y/o que hacen ruido sin pedírselo. Especialmente las que hacen ruido (por eso no aguanto myspace). No entiendo la relación entre reencontrarse con amigos de la infancia o la universidad y probar su vista y su buen gusto, por lo que supongo que la gente utiliza facebook para algo más que los reencuentros. Es un poco como sentirse capaz de hacer una página web personal y única. Me recuerda un poco al principio de los editores de texto, cuando todo el mundo presentaba los trabajos de clase con una portada espantosa, con la letra distorsionada y en catorce colores; ya que sabían hacer veinte cosas, las utilizaban todas en el mismo folio, para que se note. Y esto es lo que creo que ocurre con Facebook, que mucha gente flipa de que tocando un par de botones se instale allí un acceso a un juego, o a una búsqueda en una base de datos de blogs macedonios, o yo qué sé.
También tiene dos cositas que algunos verán útiles. Una es la posibilidad de publicar tu estado en un par de líneas; es muy parecido al Twitter (del que ya dije lo que tenía que decir), y tiene el diseño predeterminado de "Javier is (...)", con lo que al final la gente lee en mi página: "Javier está trabajando mucho para que jugar el sábado", así, en tercera persona, como hablan los futbolistas. También tiene un programa de mensajería instantánea, que siempre está bien si alguno de tus amigos está conectado cuando entras, y podéis chatear un rato. A mí me ocurrió una vez, pero no tenía tiempo.
Por otro lado, soy un ser tan poco social que me da envidia esa gente que se queja del montonazo de solicitudes que recibe en facebook. Tiene gracia, que tengan que rechazar a tantas personas que quieren ser amigos suyos. Mejor dicho, tendría gracia, si no fuera por la sensación tan desagradable que se nos queda a las personas inestables, con dificultades para relacionarnos, esos que -como yo- un día te llaman tres veces y luego no dan señales de vida en quince años. 
Me pregunto para qué quiero doscientos amigos en facebook, si no soy capaz de gestionar la relación con dos o tres personas.
Ya veis. No sólo le encuentro poca utilidad a facebook (y a otras redes sociales), sino que encima me causan extraños problemas que no me veo capaz de afrontar. Como esa aleta de tiburón que me ha salido en la espalda.

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