viernes, 24 de octubre de 2008

mi cerebro bien, gracias

Foto de Gremionis


Leí hace unos días una anotación en faq-mac reseñando un trabajo de la universidad de UCLA que venía a decir que utilizar internet despertaba el cerebro de las personas mayores, lo engrasaba y lo ponía a punto. Considero este un gran tema, porque se relaciona directamente con la creencia de que internet está cambiando la manera en que el cerebro humano se enfrenta al conocimiento. Se dice (supermegaarticulazo de El País) que antes podíamos estar leyendo la misma cosa más de quince segundos y ahora no aguantamos ni un título de siete palabras, porque pinchamos otro enlace antes (malos tiempos para los novelistas). Y que además lo que leemos no lo leemos en profundidad, sino que saltamos de un párrafo a otro sin enterarnos más que de líneas generales (excepto si la palabra sexo está en el texto, que entonces nos detenemos a leer la frase antes de volver a desconectar). Esto me viene ocurriendo a mí desde hace tiempo. Miro en mis estantes de libros y veo algunos que hoy no sería capaz de leer, y que sin embargo leí o estudié hace años. Leo en internet artículos saltando de párrafo en párrafo y guardando una idea aproximada de lo que leo. Dejo libros por la mitad aunque me estén interesando muchísimo. En general, cada vez leo menos libros, y sin embargo dedico más tiempo a leer en internet.
Leer en internet es una actividad que está cambiando la manera de pensar. No somos capaces de realizar una línea de pensamiento prolongada... perdón, voy a hablar de mí: no SOY capaz de realizar un razonamiento prolongado, que lleve por ejemplo desde una decisión sobre si el hombre es bueno o malo por naturaleza hasta un diseño efectivo de organización política para Europa. Normalmente, antes de decidir sobre la bondad o maldad del hombre ya he cogido mi blackberry y me he puesto a mirar si hay nuevas entradas en mi google reader. Y, mientras, Europa avanza, imparable, hacia el caos político.
Pero no es una cuestión que me pille por sorpresa. Ya en mis evaluaciones del parvulario (a mis cinco años) se me calificaba como "lento y disperso" en mi actitud ante el trabajo. Y -al menos en eso- no he cambiado nada. O a lo mejor sí. Quizá los dos artículos sean compatibles, y nuestro cerebro sea capaz de asimilar mucho más conocimiento, pero siempre a gran velocidad. A lo mejor necesitamos esa velocidad para mantener el hilo de pensamiento. Si deseamos detenernos más en un punto concreto nuestro cerebro se rebela y salta a otra cosa a toda velocidad, dejándonos una sensación de collage extraño. William Burroughs escribía así, de la manera que pensamos; no sé cómo era capaz de escribir tan rápido (ya sé que no era un escritor de corriente de conciencia, pero El Exterminador y Las Últimas Palabras de Dutch Schultz me parecieron de esas pelis vanguardistas hechas como un mosaico de imágenes inconexas que en conjunto son una historia brillante; como esas pinturas que si te acercas sólo ves puntos de colores, pero de lejos son un maravilloso paisaje al detalle; de Yonki, Nova Express y El Almuerzo Desnudo entendí mucho menos -me puse demasiado cerca).
Con el artículo de UCLA he intentado una cosa parecida al teléfono averiado (eso de pillar a un montón de gente, que se vayan diciendo un secreto al oído y ver cómo cambia el mensaje desde el primero hasta el último) utilizando el traductor de google. Primero traduje al español, luego al inglés, luego al español otra vez, etc., pero no funciona; a la segunda traducción ya no cambia.
No sé si es internet, si nací así o si realmente no entendí bien el artículo de El País (claro, como lo leo en pirámide...). Lo que sí sé es que si internet ha mejorado en algo mi cerebro no quiero ni pensar lo burra que era yo de niño, en el parvulario.
Ahora corto, que quiero ver quién era Maciste en la Wikipedia (mi madre emplea la expresión "es un maciste" para referirse a alguien muy bestia).

No hay comentarios: