martes, 30 de junio de 2009

mamá


Mamá era encantadora durante el día. Nos quería muchísimo, y nos lo demostraba a todas horas. Sin embargo, por las noches mamá cambiaba totalmente, y ya no nos quería igual. Nos obligaba a permanecer en silencio en la habitación, mientras ella copulaba con desconocidos. Si nos atrevíamos a salir del catre para lo que fuera se ponía como loca, nos pegaba, nos insultaba y a patadas nos devolvía a la cama. En muchas ocasiones yo me meaba en la cama, porque ella no nos dejaba ni siquiera ir afuera a mear.
Un día, mamá mató a mi hermano. Digo mi hermano porque no tenía nombre. Era sólo mi hermano. Ella llegó borracha a casa y se lo encontró fuera de la cama. Le pegó una patada en la cabeza que lo lanzó contra la piedra del hogar, y ya no se movió más. Por la mañana, cuando mamá se volvió buena, lloró por lo que había hecho, pero ya no tenía solución.
Yo continué allí, con mucho cuidado para que no me encontrase por las noches, cuando se volvía un monstruo, y por la mañana volvía a ser cariñosa y preocupada. Yo siempre pensaba que de noche se convertía en un monstruo, y que era peligrosa, pero que ella no quería en realidad hacernos daño, sino que se convertía en otro ser.
Cuando fui haciéndome mayor, mi mamá comenzó a ser monstruo durante el día también, así que me fui de casa.
No volví a verla más.

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