miércoles, 9 de julio de 2008

otra dura jornada queda atrás


Hoy tenía que consultar con mi superior a qué distancia de una carretera tenían que tender una tubería del gas. Me dieron un ladrillo de planos entre los que seleccioné tres que corresponden a la zona implicada. Llamé a la empresa del gas y les dije que les hacía copia de los planos y se la llevaba a su sede.

Luego fui a pedir a alguien versado en el manejo de la fotocopiadora de planos que me hciese las copias, pero me dijeron que la máquina está estropeada.

Tuve entonces que ir al servicio de Patrimonio y Contratación a buscar un vale para una fotocopiadora que hay bastante lejos, pero que es la que tiene cuenta en la diputación.

Tuve suerte en Patrimonio y Contratación, porque me atendió Richard. Algunas veces llego y "caigo en la casilla de María Lauda". Esto es una broma privada, en la que utilizo el lenguaje del juego de la oca, en el que la casilla de la muerte o el pozo son las peores. La casilla de María Lauda puede ser la muerte o el pozo. Esta señora es una tipa desagradabilísima capaz de negarte el favorazo de hacer su trabajo y ponerte todas las trabas a su alcance para que no consigas lo que necesitas, y todo eso con una sonrisa, lo que la hace más exasperante. El día que la conocí fue cuando me hizo entrega de la calculadora para mi trabajo. En mi trabajo estoy en el monte o en obras públicas de carretera, sin oficina ni nada parecido. Lo único que tengo es un coche. La calculadora era de esas de mesa, con enchufe para la pared y rollo de papel, como para un contable. Cuando vi la calculadora y la sonrisa creí que era una broma, y me reí. Me puso podre; me dijo que nadie tenía la obligación de conocer mi trabajo y mil cosas peores, y todo con esa sonrisa enervante. Desde entonces, cada vez que se dirige a mí acabo rebosando odio por la señora esta, y con mi petición parada temporal (pozo) o permanentemente (muerte).

Pero tuve suerte, y Richard me imprimió el vale para las fotocopias y me dijo que el jefe de servicio no estaba para firmarlo, así que hasta hoy no podría hacer las copias. Pero como había quedado de entregarlo ayer mismo me cogí el vale sin firmar y me puse a buscar al firmante, que estaba en un acto oficial de firma (sea lo que sea, esto). Me aposté delante del salón de actos, lleno de viejos, dispuesto a abatirme sobre el jefe de Patrimonio y Contratación. Al cabo de un rato salió y me firmó inmediatamente.

Con tanto trámite, se me pasó la mañana, y cuando llegué al sitio de las fotocopias ya estaba cerrado. No se tomó Zamora en una hora, como bien se dice. Pero si los que tomaron Zamora hubieran sido funcionarios todavía estarían acampando para comenzar el sitio.

Hoy por la mañana me demoré para entrar a trabajar hasta las 9, que es cuando abre la fotocopiadora. Fui allí y, como no son funcionarios, me hicieron las copias inmediatamente. Luego me fui a entregarlas a la delegación de Gas Galicia, en el polígono industrial de Pocomaco. Como todos los polígonos industriales que conozco, están llenos de coches circulando despacio buscando lugares pequeños, mal indicados y perfectamente escondidos entre camiones, furgones y turismos aparcados como si los hubiese colocado allí un niño gigante de menos de dos años.

Di por lo menos siete vueltas al polígono, como es menester para todos los que lo visitan, antes de decidirme a llamar al sitio para preguntarles dónde estaban. La calle 4 no estaba señalizada (ponía calles 3 y 4 en la embocadura de las mismas -no antes, para que tengas que recorrer todo el polígono-, y luego sólo 3, con lo que a efectos de señalización la 4 no existía). Lo de sección I tampoco estaba, y la parcela 1 ya era como una broma. Total, que la chica me tuvo que ir indicando por teléfono hasta que conseguí ver el edificio en el que estaba. El cartel era del tamaño de un sello de correos, al lado de la puerta, en una nave gigante con el nombre de otra empresa cuya actividad concreta desconozco. Perfecto, Gas Galicia, muy bien.

Tuve que dejar el coche tirado de cualquier manera, para no desentonar con el resto, que es sabido que tan malo es llamar la atención por exceso como por defecto, y de defectos y excesos yo sé mucho. Fui corriendo y dejé los planos, cogí el coche y me vine a la oficina.

Resumiendo: que para hacer algo que creí que no me llevaría más de una hora y media he dedicado más de siete, y sin parar; casi una jornada laboral completa. O mejor no: la jornada completa, si sumamos el tiempo empleado en contarlo en esta anotación.

Cantad conmigo (con el himno de la legión):
Soy valiente y leal funcionario
funcionario de administración
que eficiente se rasca los huevos
y se marcha bailando el bayón

2 comentarios:

Fran dijo...

Ola!

Acabo de descubrir o teu blog vía Podcast de Zapping. Esta graciosísimo e interesante. Non deixes de escribir, por favor!

Anónimo dijo...

Tu relato podría parecer un poco de tebeo, pero es tan certero y ajustado a la realidad como lo narras.
Food for thought! Enhorabuena.