viernes, 11 de abril de 2008

el petaco de la vida (pinball of life)


La bola sale de repente por un agujero que apenas se ve, junto al canal por el que saldrá despedida hacia adelante. Reposa luego sobre el émbolo de muelle tanto tiempo como se toma el jugador para tensarlo, detenerse un segundo, y soltarlo dejándolo que golpee la bola con violencia. La pequeña esfera plateada sale a grandísima velocidad por el largo conducto que desemboca en la parte más alta del tablero. Aquí la bola se siente libre. Puede golpear en varios lugares de esos con una goma que por un mecanismo eléctrico la repelen lanzándola con fuerza en dirección contraria. Vuela a sus anchas, recorriendo de un lado a otro la parte superior del tablero, golpeando aquí y allá, dándoles a esa especie de setas que tienen un mecanismo que al contacto con la bola descienden con fuerza haciendo que ésta salga disparada hacia enfrente. A veces queda encajada entre dos mecanismos de los que repelen, rebotando frenética de uno a otro, y haciendo al marcador avanzar. La bola no ve llegar el momento de salir de ahí y comenzar a jugar de verdad, y al final accede por unos pasos paralelos hacia la parte inferior del tablero, con sus recorridos laterales que hacen subir bonus, con sus gomas de rebote y sus palancas, las que acciona el jugador. Y también están los canales descendentes: el final de la partida. El jugador puede estar inspirado o tener un mal momento, de desidia, de estar pensando en sus problemas. O puede que un hijo de puta se haya acodado a la máquina y esté amenazando al jugador con robarle todo el dinero o cortarle los huevos y metérselos en la boca para ahogarlo antes de que se desangre, y que el jugador esté más pendiente de mostrarse más duro que el atracador, cosa difícil porque ambos están cagados de miedo. En este caso, la bola posiblemente se vaya por el canal central por un mal manejo de las palancas. Pero en circunstancias normales la bola se dará cuenta aquí de que no es libre, de que depende de la pericia del jugador, y que su trayectoria está determinada por tantas leyes físicas sumadas que recibe el nombre de azar. Los recorridos superiores, que suman puntos y pueden dar una bola extra o una partida, son pasillos de los que la bola no puede salir hasta que un resorte la lanza directamente hacia las palancas. Si coge al jugador despistado adiós; todo se acaba. Si el jugador lo hace como debe, vuelve a lanzarme a lo alto, con la esperanza de volver a introducirme por el pasillo ese, o mejor aún lanzarme por los pasos a la parte superior del tablero; pero es difícil. Yo quiero ir a la parte superior, porque eso alarga mi vida, pero no hay nada que pueda hacer salvo desearlo. Voy dando tumbos hasta que algo fortuito, un golpe de palanca mal dado, un resorte que me lanza hasta el otro extremo, un bote suave, vuelvo a caer en el extremo de goma y, en lugar de caer hacia la palanca, me decanto por el conducto lateral de salida.
Game over.
Insert coin.
Qué mierda de vida.

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