miércoles, 14 de noviembre de 2007

puto windows



En el trabajo me han puesto (no dado ni prestado, así, más aséptico: me han puesto) un pecé con windows XP para hacer el trabajo en el campo.
En principio me parece una gran idea, pero ahora estoy por devolverlo.
El pecé, que yo he bautizado putopecé, se cuelga continuamente. Los programas funcionan mal, y con frecuencia se detienen. Luego los obligas a cerrarse y aparece un mensaje que dice si quieres mandar un mensaje a windows. Se supone que sería para arreglar el problema, pero como ya ves cómo funciona todo lo normal es no enviarlo.
El ordenador nunca se conectó a mi red wifi, ni a la del trabajo. Es un pecé con incapacidad para conectarse, excepto a través de modem telefónico o por bluetooth a través del móvil. De hecho, siempre que intentas conectarte con cualquier medio te lanza cada dos o tres minutos la pantalla de conéctate por bluetooth, cosa que sumada a las dificultades que ya estás sufriendo para conseguir conexión suele derivar en unas ganas irrefrenables de lanzar el cacharro por la ventana.
Varias veces he conseguido entrar en google con la wifi de casa, pero en seguida se ralentiza hasta que se cuelga totalmente.
El viernes pasado dediqué toda la mañana a solucionar esto. Media mañana estuve hablando con el Centro de Atención al Usuario de mi trabajo, y la otra media con la asistencia técnica de Dell. Ambos me reconocieron que si estaba acostumbrado a Mac me sería muy difícil acostumbrarme a la vida del usuario de windows. Y es verdad, me resulta difícil; especialmente ese día, cuando me fui a casa al mediodía sin haber sido capaz de configurar una red que funcionase. ¡Ah!, y además el de Dell me hizo arrancar en un modo extraño que consiguió que luego no me funcionase el lápiz de memoria (aka chipín).
Considero el portátil Dell un instrumento inadecuado para el trabajo, que disminuye considerablemente la productividad con respecto al uso de libreta y boli. Por otro lado, aquella frase que decía que windows es el virus informático más extendido ya no es para mí un chiste; es una terrible realidad.

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