miércoles, 28 de noviembre de 2007

mitología griega

Haciendo honor al nombre del blog, comienzo (lo que espero que sea) una serie explicando las cosas que me sorprenden de la mitología griega.
En mi empeño de hacer a mis hijos a mi imagen y semejanza, hace como un año me dio por coger en la biblioteca un par de libros sobre mitología griega explicada a los niños para irla leyendo y contársela por las noches antes de dormir. Sin embargo, a ellos esto no les interesó lo más mínimo, y a mí me dio bastante pereza, así que cancelé el proyecto hasta mi séptima reencarnación.
No obstante, descubrí que el libro que yo leía de pequeño sobre este tema era un compendio o recopilación sin conexión entre una cosa y otra y, sobre todo, al que se le habían extirpado todos los rasgos escatológicos, brutales o absurdos que abundan en las narraciones originales. Particularmente, no conocía yo el comportamiento infantil y errático de los dioses, ni sus debilidades venéreas.
Así pues, creo que voy a empezar a contar las burradas que los dioses griegos hacían. Quizá eso explique por qué el Dios cristiano nos parece justo. Y es que si no es por comparación con ese parvulario al que llamamos Olimpo, ya me dirán a santo de qué nos puede parecer justo que nos desaucie un ángel de espada flamígera por el robo (para autoconsumo) de una pieza de fruta.

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