Cuando comencé a hacerlo pensé que iba a hacer un mal resultado, pero el sentido común y el azar jugaron a mi favor esta vez. En la de Obama deseché la de la polución de Michelle, me reí con la invitación de Zapatero a rezar y al fin la decidí entre si viene o no a la cumbre de Madrid; me parecía recordar que no, aunque la verdad no me importa nada porque no pensaba coincidir con él allí (joder, Barak, cuánto tiempo sin vernos). Lo del rey más era lo más previsible, porque no hay reunión del g20 ahora, lo de discutir el precio del jamón en Egipto no me parecía que fuese digno de un monarca y por lo tanto sólo quedaban la de Venezuela y la del Líbano. Fallé la del entrenador de la selección inglesa, que ni la sé ni me importa; puse a ese Mourinho porque es un notorio bocazas (ideal para el mundo del fútbol) que me sonaba que trabajaba en Inglaterra. La nominación de Internet al Nobel de la Paz ya la conocía, y es digna de apoyo porque todos conocemos las buenísimas intenciones de Mrs. Internet en todo lo que hace; disculparemos que a través de ella se hayan pergeñado planes de atentados, pornografía infantil y senil, venta de órganos, tráfico de drogas, blanqueo de capitales procedentes del crimen y tantas otras cosas. En este sentido, no sé si no merecería más el premio, puestos a dárselo a un medio tecnológico de comunicación, concedérselo a los dos botes de yogur unidos por un hilo, cuya intención siempre ha sido mucho más inocente.
Lo de acertar el máximo goleador de la liga (odio a muerte lenta y dolorosa la palabra con que se le designa) es una anomalía que me haré mirar.
Total, que hice un nueve (9).
Enhorabuena a los premiados.
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