miércoles, 9 de diciembre de 2009

Aminatu Haidar


Aminatu Haidar es una activista en favor de los derechos humanos saharaui. Ha sido nominada al premio Nobel de la paz, tiene el premio de derechos humanos de la fundación Robert Kennedy y el premio Juan María Bandrés de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, entre otros. Es una persona famosa en el ámbito internacional, y hace días le fue entregado en Nueva York el premio de la Fundación Train.
El 13 de noviembre, al aterrizar en el Aaiún de vuelta de Nueva York, fue detenida y separada del resto de los viajeros, despojada de su documentación, y sometida a un largo interrogatorio (14 horas ininterrumpidas) por parte de la policía marroquí, famosa por su exquisito trato a los detenidos. En este interrogatorio estuvo presente un procurador, cosa que garantiza que no se le haya sometido a tortura física como en otras ocasiones (la vida de Aminattou es rica en este tipo de experiencias, proporcionadas por el aparato represivo de la dictadura marroquí). Sin embargo, Aminattou no tuvo la asistencia de un abogado. Una vez que terminó el interrogatorio, le dijeron a Aminattou que la iban a enviar a España a defender su independentismo y separatismo, y que aquí se la quiere mucho (sic). Aminattou declaró que quería ir a su casa, al Aaiun, con su familia y sus hijos. "No, no; tú tienes otra categoría y te vas". Imaginaos que volvéis de un viaje, a encontraros con vuestra familia y que os anuncian unos monos goriloides que no, que nunca volveréis a ver a vuestros hijos, y además burlándose. Los mismos simios, por cierto, que os sometieron en otro tiempo a incesantes torturas en oscuras cárceles donde estuviste desaparecida, detenida o bajo condena. Es tan injusto que al que no se le encienda el alma es que carece de ella (como Mohamed VI, ese ridículo e infame sátrapa) o es estúpido (Moratinos).
Total, que a Aminattou se le obliga a subir en un avión, donde informa al comandante que no quiere viajar a España y que además se le ha despojado de su pasaporte. Como es normal, el comandante se niega a embarcar a una pasajera sin documentación y que además se niega a subir. Sin embargo, después de una larga discusión, los gorilas marroquíes hablan con alguien por teléfono, amenazan al comandante y le dicen que el Ministerio de Asuntos Exteriores español autoriza esta operación. Luego el comandante recibe una llamada (se supone que de sus superiores transmitiendo órdenes de las propias autoridades españolas) y accede finalmente a admitir a Aminattou, sin pasaporte y por la fuerza, en su avión. Se da la circunstancia de que había reserva de billete en vuelos de varios días con destino a Lanzarote, porque se ve que las autoridades marroquíes no sabían exactamente cuándo llegaría Haidar, pero tenían el plan de expulsión perfectamente premeditado.
Pues ahí tenéis a esta pobre mujer, volando en un avión que no sabe ni siquiera a qué ciudad se dirige, separándose de sus hijos y de su madre contra su voluntad. Y con la complicidad del ministerio de Asuntos Exteriores español, que se ha cubierto de mierda con este asunto.
Cuando Aminattou Haidar aterriza en Lanzarote se niega a bajar del avión, pero la policía española la obliga. Inmediatamente, Aminatu fue a comprar un billete para volver en el siguiente avión hacia el Aaiun, pero las autoridades españolas le denegaron la salida por no tener pasaporte (¡!). En resumen, las autoridades españolas, cómplices de los marroquíes, no le permiten irse por lo mismo que no deberían haberla dejado venir.
Total, que Aminatu decide comenzar una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, negándose a abandonarlo a pesar de que cierra por la noche. El director del aeropuerto, un tal Dionisio Canomanuel, ordenó su expulsión y presentó una denuncia contra Haidar por alteración del orden público, denuncia que ocasionó una multa de 180€.
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, siempre me pareció un débil mental por su manera de hablar. Como sé que la primera impresión es con frecuencia engañosa y la gente con la que hablaba me decía que es un hombre de mucho prestigio e inteligencia, supuse que estaría equivocado. Pues ahora ha quedado en evidencia que no es el gran hombre que se pretendía. Autorizó la entrada ilegal de Aminatu contra su voluntad, me imagino que pensando que se quedaría encantada en España, que es el mejor país para vivir (qué duda cabe). Una vez que vio que esta señora no se deja vencer con facilidad y -si es que no la conocía de antes, que todo es posible en un necio- descubrió su trayectoria y el prestigio internacional que la avalan, decidió ofrecerle todo tipo de abalorios y caramelos, a ver si dejaba de poner en entredicho el tan garantista sistema democrático de libertades marroquí. Pero como esta mujer es obstinadísima, ya no sabe qué hacer, y se le ve hacer declaraciones, muy molesto. Acusa a Aminatu de no aceptar su situación, de presionar a España de manera inaceptable. Pero esta mujer sólo pide que se le permita volver a su hogar. Nada más... y nada menos, porque la patata caliente que le ha pasado Mohamed VI a Moratinos quema cada vez más.
La cuestión política es verdaderamente complicada para España, porque aquí queremos llevarnos bien con Marruecos para que siga violando los derechos humanos en nuestro nombre, y así poder felicitarnos porque los negritos ya no vienen en pateras (son asesinados por funcionarios marroquíes sin escrúpulos, pero eso ya nos queda lejos). Además, allí hay mano de obra barata para instalar nuestras fábricas, y materias primas -en parte robadas a los saharauis- que nos venden, y caladeros en los que pescar. Por no hablar de que a Estados Unidos le conviene tener un socio que frene el fundamentalismo en la zona (y a nosotros, en el fondo, también nos conviene). Presionar para que Aminatu retorne al Sahara sería enemistarse con la dictadura hereditaria alauita, y permitir que muera aquí sería peor aún, porque supondría una pérdida inmensa -y justificada- de votos.
Aunque, la verdad, con todo lo que falta para las elecciones... ¡bah!, no vamos a estropear una gran amistad por unos pocos torturaditos más o menos.

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