viernes, 13 de marzo de 2009

diálogo con una aparición

Durante un buen rato estuve dándole vueltas a qué hacer para ver la película 300, que me apetecía. Pensé: puedo ir hasta el videoclub y alquilar el dvd por 2€, y luego tendré que volver a bajar para devolverlo. Además, si quiero conservar una copia tendré que ripear el dvd y pasarlo a divx/xvid/avi/mp4 o lo que sea, cosa que me va a llevar un rato y puede que no consiga. Pero hete aquí que en ese momento una luz cegadora brilla ante mis ojos y cuando su efecto se disipa en mi pupila quedo ante el marco en el que ruge el león de la Metro, pero en lugar del león de la Metro está Ramoncín con su ademán chulesco y su despectivo acento de Madrid.
Oye, pollo, que eso que vas a hacer es ilegal.
Bueno, don Ramón -respondo-, es ilícito pero no es un delito, y en todo caso no me va a pasar nada por hacerlo.
Ya, piltrafilla, pero no está bien que robes de esa manera porque si todos lo hacen la industria que hace las películas no recibirá nada por su trabajo, tendrá que cerrar y tú no tendrás cine que llevarte a la retina.
Perdone usted, don Ramón, pero yo no creo haberle faltado al respeto, y le diré que estaba hablando de bajar hasta la calle del videoclú, pagar 2€ y volver a ir luego para dejar la película; estoy hablando de pagar y hacer un esfuerzo y usted me insulta.
¡Ladrón!, ¡sinvergüenza!, ¡pirata!, ¡urraca!, ¡buitre!, ¡carroña!
Me parece que no pierdo nada, y aún gano comodidad, si me la bajo de rapidshare, que es gratis y no tengo ni que salir a la calle. Por aquellos que me insultan y pretenden exprimirme no merece la pena que haga un esfuerzo.
¡Zascandil!, ¡mastuerzo!, ¡batchi-bazouk!, ¡genízaro!, ¡mentecato!
Adiós, don Ramón. Dele recuerdos a don Eduardo.
¡Bárbaro!, ¡perro!, ¡hiena!, ¡chacal…

publicado desde móvil (sin enlaces; el aclamado dispositivo blackberry no los permite)

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