viernes, 29 de agosto de 2008

wall-e


Hoy fuimos a ver wall-e. Lo fuimos a ver a las 17,44 para tener tiempo de comprar las entradas y las palomitas (no entiendo la obligación de comer y beber en el cine que nos han metido los putos americanos; de pequeño yo sólo respiraba en el cine, no comía ni bebía ni cagaba ni vomitaba ni jodía en el cine). Pues en el cine Filmax del centro de ocio de Coruña sólo tienen dos cajas abiertas para miles de personas, de modo que las entradas nos las dieron a las 18,03, con la peli ya empezada desde las 18,00. Tienen otra persona contratada para picar las entradas y otra para las palomitas. La cola de las palomitas, a la que ya no nos pusimos, era tan grande o más que la de las entradas. La sala de wall-e no tenía elevadores para los niños (probablemente estaban todas en Bobby Z, que siempre se peta de enanos), y como no hay personal nadie los redistribuye. Lo de no poder comprar palomitas ya me pasó siempre que fui a estos cines, porque o compraba o veía la película, de las colas que se montan.
Total, que siempre me prometo que no voy a volver a este sitio infecto, pero al final se me olvida y cuando veo la cola en la taquilla me acuerdo. Y por cierto, no vale decir que pillo las entradas en la puta máquina-robo, porque en primer lugar las entradas son más caras, y en segundo lugar ¡también tienen cola, y tan grande como las de la taquilla!
El precio de mi entrada, por si me leéis desde otros países, para que flipéis bien flipado, fue de 6,60 €uracos. Los cines en mi ciudad son de los más caros de España. Luego que no se me quejen si me bajo la película, que considero que he pagado de sobra el precio. Cada niño paga, como gran ofertón, 5,40€, que tampoco es ningún regalo. Claro, el cine estaba vacío; no me extraña.
En cuanto a la peli, ya la destripó lo suficientemente Wicho en microsiervos, así que os remito a su brillante reseña (yo no lo hubiera hecho mejor). Sin embargo, yo mencionaría con más énfasis lo de la crítica a la sociedad de consumo. Es muy fuerte el estado al que se ven reducidos los seres humanos, hasta perder la movilidad de tanto comer mierda y utilizar productos para no tener que hacer el más mínimo esfuerzo. Y el hecho de que el planeta esté gobernado por un presidente que al mismo tiempo lo es de una empresa omnipotente también es inusitado en una peli americana. Todo es muy crudo, y por más que el final lo suaviza no salí yo muy convencido.
Fijaos cómo sería la cosa, y si me afectó la película, que llevé a mis hijos a cenar al Burguer King y yo pasé de la hamburguesa ¡y me compré un Kebab!… ¡y vegetal!
Gracias a Pixar, los tiempos están cambiando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tio no te enteras, la ventaja de comprarlas en las máquinas del cine es que no te cobran comisión y tu eliges el asiento....

xab dijo...

No sé cuál de mis sobrinos serás, así que la próxima vez por favor identifícate. Supongo que sí serás muy allegado, porque te diriges a mí con mucha familiaridad.
El título del blog es lento y disperso, y se refiere tanto a mí como al contenido. Por lo tanto, en efecto, no me entero.
Sin embargo, creo que en este caso el que está equivocado eres tú, porque por lo que yo sé las taquillas del cine no cobran coima, mordida, loncha ni diezmo, pero las máquinas sí (0'90€, concretamente). Y no sólo eso, sino que si tienes una tarjeta de fidelización o por edad tienes derecho a un descuento, la máquina no te lo hace. Además, la persona que te vende las entradas te pregunta (al menos a mí) en qué fila quieres la entrada, con lo que desaparece la otra ventaja de la que hablabas.
Y para demostrarlo, te he hecho unas capturas de pantalla que no puedo adjuntar aquí, pero que te podría enviar si te identificaras.
Así pues, autor del Lazarillo,
me temo que has ido de enteradillo,
y con un lenguaje como el tuyo
sólo podías quedar como un… petimetre.