sábado, 15 de diciembre de 2007

palomino y vergara

Si alguna vez os habéis preguntado a santo de qué los jóvenes llevan veinte años llevando pantalones caídos y van enseñando el frenazo en el calzoncillo, ahí va la explicación.
Arresulta de que en los Estados Unidos a las gentes no les gusta entrar en la cárcel, y eso que ahora viven mejor que en su casa, con tele, libros, celda individual y todos sus amigos a mano para reunirse a cantar bonitas canciones de campamento. Pues como lo leéis: no les gusta. Y tan poco les gusta que incluso tienden a emular a las lámparas: se quitan el cinturón y se cuelgan por el cuello. Esto no resulta bueno para su salud.
Supongo que sabréis que el altruísmo y la zoofilia impregnan el sistema penitenciario estadounidense, y esto le lleva a curar a los condenados a muerte, para que así se cumpla la condena con todo el recorrido y no con la mitad del trabajo hecho (de sanote a fiambre pasando por todos los grados de agonía, y no de cataléptico a fiambre, que pa ese viaje no hacían falta alforjas). Tanta humanidad se manifiesta en eliminar cualquier posibilidad de que el preso le haga el trabajo al verdugo, pues es sabido que todo el mundo tiene derecho a vivir. En vista de eso, a los reos se les quita siempre el cinturón para que no se ahorquen.
Los negritos de los barrios se divierten asustando a la gente, presentándose como asesinos cuando en realidad son como Flanders el de los Simpson. Por esto, viendo que los presos de la cárcel se distinguen por no llevar cinturón y enseñar el abanderado a la peña, dieron en identificar la presencia de raja del culo con la dureza de carácter y el peligro que te cagas, y de ahí que lleven siempre el pantalón caído.
Considero respondido el cuestionamiento.
No hay más respuestas, señoría

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