viernes, 28 de diciembre de 2007

lo puso a pan parir


Hibridación exitosísima de dos expresiones populares que se complementan, copulan y se potencian. Esta frase es suma de poner a parir y poner a pan pedir. No conozco el origen de poner a parir, y el de poner a pan pedir supongo que tiene relación con el hecho de que el que necesita pedir pan es porque se encuentra en la indigencia, cosa a que se aspira con la crítica ácida y demoledora a que refieren las tres expresiones citadas.
Entre atxurizarme con poner a parir y mirarlo en la red voy a hacer ambas cosas, tras las que llego a la conclusión de que, como es bien sabido, el origen de la expresión poner a parir se encuentra en el origen mismo de la civilización occidental. En efecto, era costumbre en la antigüedad, y así ponen de relieve numerosas manifestaciones artísticas de origen neolítico, que los hombres primitivos se sentasen sobre las barrigas de las embarazadas para acelerar o provocar el parto. Esta costumbre está tan arraigada que es frecuente que aún hoy el anestesista -cuando lo hay- u otra persona de robusta constitución se encarame sobre la panza de la parturienta para hacer que el niño entre al mundo como toro en plaza. Por extensión, y suponiendo la crítica mordaz y destructora una manera de aplastamiento figurado, deviene el poner a parir en esta suerte de ataque verbal.
No obstante, quiero llegar más allá como llegó el que en sinnúmero de ocasiones dijo ante mí lo que encabeza esta anotación: poner a pan parir. Aunque de hecho se trate de una combinación de las palabras que constituyen cada una de las otras expresiones, su origen es muy otro, y seguidamente paso a inventármelo.
De todos es sabida la expresión nacer con un pan debajo del brazo, y de hecho es éste el origen de la frase que nos ocupa. Algo o alguien que se haya ganado la crítica más ácida es algo o alguien que, después de ser objeto de esa crítica, se haya en un momento sumamente bajo. Ha sido atacado (ese algo o alguien) y aniquilado con la palabra, que en ocasiones es la peor arma. Está hundido. Necesita levantar cabeza. Necesita algo que le caiga del cielo, como maná. Necesita ese regalo que supuestamente acompaña al nacimiento de un niño: ese pan que trae como un golondrino pegado al sobaco. En definitiva, lo hemos puesto a pan parir.
Sin más, me despido hasta mejor ocasión. Y no olviden tomarse la pastilla si no quieren parecerse a mí.

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